domingo, 6 de julio de 2008

cuentos para mentir

Era su tercer noche sin poder dormir. Con su último hilo de esperanza, miró el reloj una vez más y de nuevo, lo mismo. Harto de intentar volver a ser quien fue alguna vez, decidió perderse por los andenes de la resignación. Hacía mucho que eran las diez. Ya casi tres días. Creyó que no era casualidad.

“Quizás el psicólogo tenga razón”, pensó. El Dr. Miler, le había recomendado cada lunes al finalizar la sesión, que debía regular su afición por los cuentos fantásticos. “Disminuir la dosis diaria de escapatoria”, era la consigna, explicando que el fanatismo por este género distorsionaba su contacto con el mundo real, alteraba el ciclo normal de sueño, y a largo plazo, podía llegar a dificultar el discernimiento entre vigilia y sueño.

Ya desde chico se encerraba a leer historias. Las más abstractas y absurdas eran sus favoritas. Así, aprendió a dibujar cada escena en su cabeza: a resucitar a las palabras, a inventar puertas, atajos, laberintos, puentes. Lo que sea, donde quisiera. Él, los llamaba cuentos para mentir.

Desde su habitación, luego de casi setenta y dos horas seguidas de no descanso y conjeturas inútiles, ya no sabía en qué sitio depositar sus sospechas. Sus manos ansiosas traspiraban como nunca antes; su corazón, se había transformado en un segundero interno insoportable. Miró la pared y saltó de la cama. “Basta,” se dijo en voz alta. Claro, seguían siendo las diez.

A penas llegó a calzarse, disparó hacia el pasillo. Negado a esperar el ascensor, bajó corriendo cuatro pisos por la escalera y violentamente, salió a la calle. Sus ojos olvidaron parpadear durante algunos segundos, petrificado, frente a semejante escenario: era un sitio inerte. Sin vida. No había autos, ni perros, ni gente caminando. El silencio se sentía como hielo. La calle estaba desolada, como si el Apocalipsis no se hubiera sentido desde el cuarto piso. Percibió un movimiento brusco sobre su cabeza y miró hacia arriba. El único ente cercano que mostraba signos vitales cruzaba rapidísimo un cable de luz. “¿Cómo llegó ésa cucaracha ahí?”, se preguntó desorientado. El fantasma sobre aquella teoría del fin del mundo y las cucarachas como únicas sobrevivientes arremetió en su cabeza; entró en pánico y, por unos minutos, temió ser el único humano inmortal. “Despabílate tonto, vamos, conexión con la realidad”, se ubicó a sí mismo recordando las palabras del Dr Miler. Sacudió su cabeza un poco, como quien quiere matar una idea, y casi por inercia, se largó a correr por la calle.

Luego de varias cuadras de monotonía y ausencia, encontró en una esquina al sereno de una fábrica, vigilando tranquilamente la zona desde su casilla. Se acercó, y a través de la ventana le hizo señas pidiéndole que saliera. El sereno salió despacio, lo miró con una paz que daba miedo y sin esperar nada preguntó primero: -“¿Tienes hora?”

-“¿Qué si tengo hora?! ¿¡Pero qué pasa en esta ciudad sin alma?!”, repreguntó desconcertado. “¿Es que nadie lo nota?? ¡Pero si hace tres días que son las diez!!”, exclamó desesperado, sin poder evitar que el llanto quebrara su voz.
-“Ya lo ves, son tus cuentos para mentir, chico.”, dijo el sereno con toda naturalidad. “Eres el primer caso en esta ciudad que yo sepa, pero oí hablar de un extranjero con el mismo síndrome.”

-“¿Síndrome?, ¿de qué hablas?”, preguntó más extrañado.

-“Lo llaman Síndrome de Fuga”, anunció el sereno, dispuesto a revelar lo que sabía y continuó: “Se da únicamente cuando la brecha que existe entre locura y genialidad en una persona es muy angosta. Es simple: cuando en nombre de la salud mental se separa a una persona de aquello que funciona como su fuente vital, se genera una suerte de abstinencia. Esta falta de energía se condensa, y produce una revolución interior tan fuerte, que repercute de manera impensada en el mundo exterior; incluso, alterando tiempo y espacio. Y tú, ni te das cuenta. Al bajar tu dosis de escape diario, sufrirás el Síndrome de Fuga; en tu caso, dado por tus cuentos para mentir. Esto que ves aquí afuera, es lo que hay dentro de tí ahora, lo generaste tú. Este vacío, es tu vacío.”

Al oír esas palabras, una sensación onírica invadió su cuerpo, como si una tormenta de calma lo envolviera por completo. El silencio dejó de ser hielo en su piel. Miró al sereno y sin decir nada comenzó a caminar por donde había llegado. Ya no tenía miedo.

Esa noche desde su cama, al terminar por milésima vez su cuento preferido, inventó su atajo número mil, y esta vez lo pintó de un color brillante. “Ya tengo mil sitios donde ir”, pensó aliviado; y luego de poner el reloj en hora, apagó el velador.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

me encantó! primero me provocó desesperación, confusión, y al final, una rara sensación de alegría... MUY BUENO!!
che, el sereno es cubano?
MAU

Analia Baggiano dijo...

Muy lindo! Excelente narrativa...mira todo lo que tenias escondido a detras de esa energia incontenible que sos!

Me gusta mucho!

Anita

Pache dijo...

que oscuro
me encantan las asociasiones,
el analisis psicologico y
la genialidad del tipo.
esta bueno que haga su mundo
pero mas raro aun es que interactue en el
aprobada en muy bemol

Anónimo dijo...

Muy apropiada la recomendación del tordo de bajar la dosis diaria de evasión, porque este género de ficción te lleva realmente a un mundo que no es el que habitamos todos los días. ¡qué saludable es en la dosis adecuada!
Bien armado el cuento, vamos!
Carlitos

Anónimo dijo...

Me mató y desconcertó el temita del horario!!!Felicitaciones. Me encanta como escribis. Ponete las pilas que espero muchos cuentos mas. Te quiero.
Mony

Una chica asi dijo...

Que suerte que existan cuentos para mentir así podemos contar nuestra verdad. Y nadie se da cuenta.
:)
besoss Anzu!

Pau

Labiol´s dijo...

bueno yo te dije en clase lo identificado que me senti con ese chabon..me dio miedito jajaja

te felicito nuevamente por tan rico relato fren!

besote

elDiego dijo...

wooo!!! que grande que sos frennnn!!!
me encanta eso de intentar salirse de esos mundos... pero que divertido la pasamos nosotros (creativos) cuando nos sumergimos en esos cuentos para mentir, no?

beso frennn!!!

Anónimo dijo...

MUY BUENO!! me encanta pensar en la idea de como es adentro, es afuera......

Te quiero mucho, segui deleitandonos......!!

Agus, (alias guchi)

Anónimo dijo...

FANS CLUB "DR MILLER" PRESENTE!

Anónimo dijo...

Intrigante....fantástico!
Con el relato que te caracteriza. Me re gustó! Espero los que vienen...agur
Arantxa